Me encontraba tumbada en la cama, recién salida de la ducha. Tenía el pelo todavía húmedo y me goteaba por los hombros, espalda y pecho... La verdad es que era una sensación bastante placentera, notar el frescor de las gotas de agua conjugado con el olor que desprendía mi piel, suave, limpio, dulce y con un toque cítrico... Me hacía sentir realmente sensual estando desnuda encima de las sábanas que, por qué no decirlo, estaban quedando mojadas por mi culpa. Pero no importaba... Ya las cambiaríamos. Se podían apreciar las gotas de agua resbalando por mi piel, mis contornos de mujer... Por mis pechos tersos todavía, mi vientre suave y blanco como la nieve, mi cintura y mis caderas... Hasta llegar a ese hueco en el que yo escondía todo, ese todo que sólo le pertenecía a él. Mi deseo, mi pasión, mi amor, mi feminidad... Y las gotas seguían resbalando por mis muslos. Me ladeé suavemente apoyando una de mis rodillas en el colchón, escondiendo inocentemente mi intimidad, y puse mi cabeza apoyada en una de mis manos cuyo codo estaba apoyado en la almohada. Cuando le vi salir por la puerta del baño, deje caer mi otro brazo al rededor de mi costado y siguiendo hasta dejar mi mano suavemente posada sobre mi muslo. Lo hice adrede... Sabía que mis manos le gustaban, y mis muslos todavía más. Además, ese día me puse unas uñas rojas pasión bastante sexys sólo para resultarle más atractiva. Él, con un caminar suave y sensual, desnudo por completo, se acercó al reproductor de música y le dio al “play”. Y, con una sonrisa suave, dejó que nuestra canción nos envolviese de dulzura mientras se acercaba. Ahí estaba él, con “La Vie En Rose” versionada por Lous Armstrong, dando pasos lentos hacia la cama. Su piel morena no dejaban de maravillarme día a día. Se veía tan suave... Con un color brillante y sensual. Sus brazos, musculados, con las formas perfectas y acabados en unas manos varoniles que sabían cómo y dónde tocarme para volverme loca, se balanceaban al lado de su cuerpo sutilmente. Sus pectorales marcados y su torso, ese que yo me conocía a la perfección, me embriagaban a la vez que sonaba un piano dulce y una trompeta con una melodía mágica... Volví a encenderme como había conseguido minutos antes en la ducha. Me moría de ganas por que su piel mojada y suave se pusiera sobre la mía... Parecía que esas ganas de él nunca iban a ser saciadas, porque cuando menos lo esperaba me estaba muriendo de ganas de amarle locamente y cada día más. Eran las 8 de la tarde, y el sol empezaba a ponerse. La luz empezaba a esconderse quedando un destello de iluminación íntima a nuestro alrededor, que hacía que su silueta luciese más atractiva si es posible. Y acabo llegando a donde estaba yo. La canción seguía sonando... “Hold me close and hold me fast”... Se echó sobre mí, suavemente, reposando sus fuertes brazos a mis lados, rozando su sexo con el mio, y instintivamente mi pierna rodeo su cadera... Se acercó a mi oído... “the magic spell you cast, this is la vie en rose...” Te amo, me susurró suavemente rozando sus labios en mi oreja, produciéndome un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Se apartó, me miró a los ojos y mis labios pronunciaron esas dos palabras que no podían describir lo que sentíamos el uno por el otro... “when you kiss me heaven sighs...” Acercó sus labios a los míos, y con suavidad y dulzura, ahogó uno de mis suspiros, mientras mi pecho se estremecía haciendo que la turgencia de mis mamas se apretase más contra su piel... No pude evitar ver el cielo al notar como su boca se entreabría y yo, abandonada al calor de su piel, a las ganas de saborear su lengua y el amor que sentía en ese instante, me rendía y abría mi boca para que su lengua se adueñase de mi boca sensualmente... Estaba en el paraíso. Pensaba que si abría los ojos... “and tho I close my eyes, I see la vie en rose...” Me despertaría de ese sueño... Noté como sus labios se resbalaban hacia mi cuello, y su lengua empezaba a corretear por mi piel estremeciéndome... De repente, noté como sus dientes se clavaban en mí, y éso hizo que mi cuerpo ardiese en pasión. Esas ganas súbitas de su boca hicieron que me sintiese deseada de tal manera que quise acercarlo más a mí abrazándolo más fuerte con mi pierna en su cintura. Una de mis manos se quedó posada en las sábanas, mientras que la otra empezó a acariciar su espalda húmeda. Con la yema de los dedos empecé a recorrer cosquilleando y delineando todos y cada uno de sus músculos, notándolos tensos al estar apoyado en la cama sin dejar caer del todo su peso sobre mí. “When you press me to your heart, and in a world apart, a world wher roses bloom...” Suavemente dejó caer parte de su peso sobre mí, y no había cosa que me agradase más que sentirlo cada vez lo más cerca posible... “And when you speak, angels sing from avove, every day word seems to die into a love song...” Volvió a susurrarme al oido: “te deseo, mi amor...” Quise gritar al mundo que me moría por tenerle y que era la suerte de mi vida, pero las ganas que tenía de él, no me dejaban articular palabra. Volvió a besarme, esta vez más apasionadamente, mordiendo mis labios, absorbiéndolos, jugando con su lengua y la mía, nuestra saliva mezclándose sensual y frenéticamente, y en un arrebato de pasión no pude evitar bajar mis manos hasta sus nalgas. Las apreté y estrujé. Ufff... Cómo me gustaba su culo, y cómo me encantaba apretarlo contra mí para notar nuestros sexos cada vez más deseosos de amarse. Una de sus manos subió recorriendo mi torso hasta hacerse dueña de mi pecho derecho. Empezó a acariciarlo y mis pezones se endurecieron al notar su piel rozándome. Consiguió con su mano, amasando, dando caricias en círculo y apretando mi pecho que se pusiesen todavía más tersos de lo que estaban. Mis pezones pedían a gritos que su boca se entretuviese con ellos, y así lo hizo, entendiendo como siempre a la perfección qué era lo que quería mi cuerpo a cada momento y como deseaba ser amada. Se metió mi pezón izquierdo en la boca mientras seguía masajeando mi pecho derecho. Círculos y movimientos rápidos de su lengua hicieron que mi pezón se endureciera hasta el punto que parecía iba a reventar. Y lo mismo hizo con el otro. Entonces decidí que era hora de ser yo quién actuase... La canción estaba a punto de acabarse. Hice que se tumbase en la cama y con mi lengua empecé a recorrer sus pectorales. Le besé y acaricié hasta la saciedad... No pude evitar juguetear con sus pezones y seguí bajando por su torso. Me moría de ganas por acariciarlo y besarlo, y éso hice. Después de juguetear al rededor de su ombligo, mi boca se dirigió a sus ingles. Se las besé con amor y ternura mientras acariciaba sus muslos sensualmente. Se me estaba olvidando que fuera de esa habitación había vida, sólo me importaba él y hacerle sentir amado, deseado y sexy como para mí lo era. Le agarré el sexo con fermeza, y con decisión empecé a bombearlo para endurecerlo. La reacción fue inmediata y su cara de placer me lo confirmó. Dejé que acariciase mi pelo húmedo mientras mi boca se dirigía a su sexo. Mis labios empezaron a rodear su punta suavemente y él dejó escapar un gemido de placer. Y ya le tenía dentro. Empecé a chuparle lenta y suavemente, para que notase mis labios húmedos y mi lengua salivándole. Dejé que de vez en cuando mi mano ayudase a que todo fuese más intenso. Agarraba con ganas su pene mientras le lamía los testículos. No podía sentirme más sexy, más enamorada, más viva e intensa que entonces. No había cosa que me gustase más en el mundo que verle disfrutar con mi amor. Entonces, agarrándome suavemente por los brazos, me indicó que era hora de que fuese yo la que disfrutase. Me puse en el cabeza del acama medio recostada y él, besándome en la boca, bajo por mi torso hasta meterse entre mis piernas. Y ahí le tenía, con un dedo dentro de mí, entrando y saliendo, dejándome cada vez más húmeda. De repente noté como su lengua acariciaba mi clítoris y estallé en gemidos. Aumentó el ritmo de sus dedos y su lengua supo perfectamente como hacer que me corriese dos veces seguidas mientras le agarraba de la cabeza para hundirlo más entre mis piernas. No pude dejar de gritar su nombre con pasión. Y en mi cabeza venían imágenes de su cara, de su piel, recuerdos juntos, de todo el amor que me había dado. Sentí una ola de placer intenso al saber que todo eso no iba a acabarse nunca. Nos amábamos y en ese preciso instante queríamos ser uno. Ya no podíamos aguantar más y se recostó sobre mí. Se metió en mi interior y empezó a moverse suavemente. No podía parar de gemir, pensaba que mi corazón se iba a escapar por cualquier lado que pudiese. Notaba su respiración rápida y excitada y todavía me volvía más loca. Nuestras pieles más unidas que nunca, los dos sudando y mezclándonos. Amándonos. Ahí estaba él empujando cada vez más fuerte, mientras yo le agarraba del culo para conducir sus envestidas. Iba cada vez más deprisa y los dos notábamos que no aguantaríamos mucho. De repente, me agarró para que me pusiese encima suyo y supe qué tenía que hacer. Empecé a mover mis caderas para que él entrase y saliese. Notaba mi clítoris rozando su bajo vientre mientras él se hundía cada vez más en mí agarrando mis nalgas. Y ahí estaba, notábamos como llegaba. No parábamos de gemir como desesperados. De repente un calambre recorrió nuestro cuerpo. Lo pude ver en sus ojos. Y él en los míos. Empecé a moverme frenéticamente y no pudimos evitar gritar, perder nuestra razón. Ya lo teníamos, cuando me di cuenta, mi vagina se contraía con locura y yo notaba como mi cuerpo se estremecía entero, como vibraba encima de él. Me estaba corriendo. Y cuando estaba a punto de llegar al éxtasis, él levantó su cadera con fuerza hundiéndose más en mí, mientras los dos nos corríamos y gritábamos con fuerza. Fue glorioso. Vi el cielo y las estrellas y supe que el había hecho ese viaje interestelar conmigo. Me dejé caer sobre él exhausta, sudados, estando él todavía dentro de mí. Le miré a los ojos y no pude sentirme más feliz. Ni si quiera podía pensar en nada, sólo en estar junto a él, y no perderle nunca. Me acerqué a su oído y le susurré eso que los dos ya sabíamos. “Te amo, Daniel...”
“Give your heart and soul to me, and live will always be... LA VIE EN ROSE”