jueves, 18 de febrero de 2010

SAL, POR FAVOR...


Hola, gente. ¿Cómo estáis? Espero que mejor que yo, porque ahora os contaré. Hoy ha sido un día entretenido en la Universidad. Nada fuera de lo normal y tampoco nada deprimente ni extraordinario. Otro día como otros. Clases por la mañana, ir a comer con los compañeros, hacer un poco de trabajo por la tarde y volver a casa. ¿No hay nada anormal en eso, no? Digo yo. Pues he llegado a casa, y mi madre casi se me echa a la yugular porque no le he explicado como me ha ido el día, que ya me iba a encerrar en la habitación. No sé, se me habrá ido el santo al cielo. ¿Qué te ocurre hija? Nada, mamá... ¡No seas neurótica!... Y me voy andando y pensando para la habitación. Seguro que me ocurre algo, yo también lo he notado. ¿Qué diablos será? Y al cabo de un rato de comerme el tarro, me he dado cuenta de que pasaba. No pasaba nada. Porque no ha ocurrido nada en todo el día. Nada. Eso es lo que ocurre, nada. Y me he hundido todavía más pensando en este día, y en los demás días que son igual que éste. Y eso es lo que me ha llevado a éstas palabras. Este día tan insípido, como todos los demás, como esta mierda de post, y insípido, cómo yo.

2 comentarios: